La 205, el Centro Clandestino que funcionó en la Laguna de Rocha Echeverriana y piden que sea un Esp
- Norte Sur Programa Radial
- 24 mar 2020
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Alan Gastón Muñoz Percario.
Hace unos años atrás, la Jp Peronismo Militante Echeverria junto al Colectivo Ecológico Unidos por Laguna de Rocha y otras organizaciones, realizaron la demarcación del Ex Centro Clandestino de Detención, Tortura y Exterminio "La 205" el cual funciono en la Laguna de Rocha, lo que hoy es el Grupo de Prevención Motorizado de la localidad de El Jagüel, a 300 metros del Hogar Escuela Evita.

Luego de esto se presento un proyecto en el Concejo Deliberante de Esteban Echeverria para que se cree allí un Espacio para la memoria pero lamentablemente parece ser que el proyecto descansa arrumbado en uno de los cajones de dicho lugar a la espera de ser tratado.

El sitio funcionó al menos durante 1976; alojó víctimas que provenían de Brigada Güemes y que por lo tanto se lo entiende como un espacio “satélite” de ese centro clandestino operado bajo la órbita del Primer Cuerpo del Ejército y el mando de la Bonaerense de Ramón Camps; que de los detenidos que estuvieron allí encerrados al momento hay solo tres mujeres con muy buena memoria: Liliana Latorre, Catalina Alaniz y Ana Ramona Sánchez.

Un gran “salón” separado por una “puerta de doble hoja” de otro espacio en el que “había duchas, sin separación ni cortinas ni nada; un piletón y un espejo, y a la izquierda dos letrinas, que tampoco estaban separadas ni tenían puertas que permitieran algún tipo de privacidad”. Así recordaba Latorre al espacio donde permaneció encerrada poco más de una semana en agosto de 1976. Hace algunos años, participó de la inspección ocular en las instalaciones de la base El Jagüel del Grupo de Prevención Motorizada de la Bonaerense, otrora “la 205” o “el Puesto de Juan”, no sabía dónde estaba ese lugar. “La vida del sobreviviente es una lucha constante por identificar cada paso, cada espacio en donde uno estuvo encerrado, cada compañero con el que habló o intercambió momentos. Por eso, la certeza que me invadió al haber ingresado a este lugar de saber que fue ahí en donde estuvimos atadas a las camas fue impactante”, contó Latorre. “Es sanador”, aseguró.

Un cartel gigante, mirando a la calle, anuncia al Grupo de Prevención Motorizada. La construcción que crece detrás es pequeña y sencilla: son las espaldas de las instalaciones donde hoy funciona esa dependencia motorizada de la Policía de Buenos Aires y que durante los primeros años de la dictadura sirvió de centro clandestino de detención en lo que hoy es la Reserva Natural Integral y Mixta Laguna de Rocha. Tras semanas de espera, el policía retirado Walter Acosta quedó detenido bajo prisión domiciliaria, acusado de ser el jefe de ese escenario de terror pero al poco tiempo murió en su domicilio producto de un cáncer terminal. El legajo policial de Acosta terminó sellando su destino y acercando cada vez más su descubrimiento, que abre caminos hacia la profundización de la información que hasta el momento existe sobre el destino de detenidos y desaparecidos cuyos rastros están incompletos y, además, hacia la identificación de responsables de crímenes de lesa humanidad hasta ahora no vinculados con tales hechos, como el propio Acosta. Latorre permanecía encerrada en Brigada Güemes cuando fue trasladada a La 205. Era 17 de agosto de 1976. Recordaba que el viaje había sido corto, pero cuando repitió ahora el recorrido con Rafecas y su abogado Pablo Llonto, entre otros, le pareció más corto aún. “Aquella noche que nos llevaron hicieron un simulacro de fusilamiento, quizá por eso demoraron más la llegada.” En el centro clandestino, a cada prisionero le dieron dos frazadas, una para usar de colchón y otra para taparse. “A mí me dieron tres, dos para usar de colchón ya que estaba muy flaca”, recordó. Las esposas no alcanzaban para todos los prisioneros así que ella tuvo “la suerte” de ser atada “con telas, sogas” por las muñecas y un tobillo a la cama. Todos fueron vendados, aunque “uno se las iba ingeniando para correrse de tanto en tanto la venda”. Ella no se acuerda, pero por lo que le contaron Ramona y Catalina, con las que se siguió viendo tras volver a la vida, eran vigilados por guardias que cambiaban cada dos días. No les permitían moverse ni hablar entre ellos. Para ir al baño, debían pedir que los desataran. Ella lo hizo solo una vez. “No quise volver a someterme a la mirada de los guardias y a sus comentarios obscenos y groseros.” Un día la obligaron a bañarse. Fue cuando descubrió que había un espejo, cuando se vio tan delgada y golpeada, cuando reconoció a Ana María Lanzillotto, embarazada del nieto 121, recuperado hace algunos meses. Una de sus compañeras asegura que vio a Ana María deambular con trabajo de parto en el salón. Con ella habían compartido también Brigada Güemes. Ni ella ni sus compañeras recuerdan la existencia en la 205 de un espacio dedicado a las torturas. Sin embargo, la forma en que mantuvieron cautivas a las víctimas bastan para ser consideradas tormento, según explica Llonto.

Latorre fue trasladada a la Comisaría de Monte Grande el 23 de septiembre de ese mismo año y “blanqueada” en Devoto en enero siguiente. Catalina y Ramona recuperaron la libertad en la misma fecha: de la 205 las sacaron junto “a un muchacho más”. A una la dejaron en Haedo y a la otra en Morón. Las tres siguieron en contacto, aportaron su testimonio ante la Conadep y continuaron un camino de amistad, con una pesada experiencia común que las había marcado para siempre. Más de tres décadas después, tras la inspección al centro clandestino, descubrieron cuán coincidentes eran sus recuerdos sobre los días en la 205. “Fue impactante. Dibujamos planos exactos del lugar”, sostuvo Latorre, sin poder salir de su asombro.

Desde la Jp Peronismo Militante de Esteban Echeverria se realizo la demarcación del espacio y se presento el proyecto de creación del Espacio para la Memoria, pero lamentablemente como explicábamos en párrafos anteriores, el proyecto descansa en un cajón del Concejo Deliberante Echeverriano a la espera de ser tratado.

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